Christoph Hirtz y su alma revelada a través de la fotografía
Christoph Hirtz es el heredero de un oficio, una vocación y una pasión familiar: la fotografía. Como el mismo afirma sobre el archivo de su padre Gottfried Hirtz (1908-1980), “es una obligación mía continuarlo”.
Christoph nace en Quito en 1959. Estudia fotografía en Munich, Alemania, por dos años y en Quito, desde 1980, realiza trabajos industriales, comerciales, de arquitectura y obras de arte. Con más de 40 años de trayectoria, sus fotografías han sido publicadas en diversos libros y revistas. También ha participado de varias exposiciones individuales y colectivas. Es padre de dos niñas, la segunda tiene 13 años y la mayor vive en Basilea, Suiza, se llama Verónica y también es fotógrafa, lo que en la familia Hirtz convierte a esta profesión en una saga, que se extiende por tres generaciones.
En el Museo Pumapungo de Cuenca, del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador, con la curaduría de Patricio Estévez, el fotógrafo quiteño expone “Arquitexturas”. Observador inquieto, siempre está con la cámara a la mano, haciendo tomas de lo que le rodea.
¿Quién es el fotógrafo y quién es Christoph Hirtz?
Bueno, nací en el Ecuador en 1959. Papá y mamá son alemanes. Mi papá llegó al Ecuador en 1934, la primera vez y se quedó 8 años en el país. Si bien vino de aventurero por unos meses, o algo así, seguramente lo interesante del país y la situación que pudieron vivir con su hermano, hizo que se quede todo ese período. Después de dos años, apenas llegados, se fueron al Oriente, al Puyo, que en ese tiempo era un pueblito de 6 casas, la plaza y una pequeña iglesia. A los dos hermanos les gustó y se quedaron allí. Mi padre pasó dos años consecutivos sin salir de allá y en el año 36 se cambió a Quito, donde empezó a trabajar como fotógrafo, instalando su estudio en el Pasaje Royal. Hizo miles de fotografías del Ecuador, de sus paisajes, de su gente y viajó a Cuenca, Loja, Galápagos. En el año 42, con motivo de la II Guerra Mundial, regresó a Alemania. Durante los tres años del conflicto, del 42 al 45, mi papá trabajó como fotógrafo en el sur de Alemania, registrando arquitecturas y sitios importantes para que haya una memoria por si se destruían esos monumentos. En el año de 1954 decidió regresar al Ecuador. Durante ese período en Alemania conoció a mi madre, una señora un poco más joven que él. Ella vino al Ecuador a fines de 1956 y después llegamos nosotros, una hermana y yo. Mi hermana es Úrsula, nació en 1958 y yo Christoph que nací en 1959.
¿Cómo se llamaba su mamita?
Verónica Shusman de Hirtz.
¿Cómo fue la vida de la familia Hirtz, de origen alemán, en el Ecuador?
Son los años 60, vivíamos en Quito, que en ese tiempo era una ciudad muy tranquila y pequeña. Fuimos al Colegio Alemán, una vida muy tranquila, marcada también por la cultura alemana, por supuesto. Hablábamos alemán en casa y en el colegio se complementó eso un poquito y sin embargo nos hemos sentido, tanto mi hermana como yo, totalmente ecuatorianos. Hay esas dos partes.
¿Cómo aprendió el oficio de la fotografía?, ¿su papá le enseñó, usted se interesó? o fue una relación de doble vía?
La verdad, cuando era niño era metiche. Andaba viendo que hacía papá y talvez no me gustaba estar solo, entonces le molestaba a mi papá, golpeaba la puerta de la cámara oscura y me metía debajo de una de las mesas de la cámara oscura, con mis juguetes y pasaba allí. De alguna manera sabía cómo es ese proceso, como funciona. Aprendí seguro muchas cosas, otras me indicaba mi padre y cuando terminé el colegio, cuando me gradué, en realidad quería quedarme en el Ecuador, quería trabajar con un primo mío en diferentes cosas. Pero mis papás me habían inscrito en una escuela de fotografía en Alemania y me aprobaron, ¡sin que yo sepa!. En agosto del 78, después de la graduación, me dicen, te hemos inscrito en esta escuela y te han aprobado, así es que quieres aprovechar e irte. Yo dije -no sé si quiero irme-. Pero pensé, es una buena idea y me fui a Alemania. Estuve dos años allá, en la Escuela Estatal de Fotografía en Munich. Allí aprendí y complementé un poco más la técnica, la teoría, cosas de física, de química y quién sabe qué…
¿Usted añoraba siempre volver al Ecuador?
En ese tiempo tenía una noviecita y había la posibilidad de que talvez quedarme en Alemania. Pero se complicaba, porque había que hacer el servicio militar, entonces decidí volver. Uno nunca sabe, pero en buena hora, porqué al mes que regresé de Alemania en 1980 a mi padre le dio un derrame cerebral y un mes mas tarde se fue. Me quedé con algunas de las tareas de mi papá, continué con eso. Con mi mamá vivimos juntos todavía 6 años más, hasta que me casé.
¿Cómo era la fotografía en aquellos años?
De alguna manera era distinta, pero de alguna manera es lo mismo. Cambian las técnicas. Ahora se trabaja en digital. Toda la exposición “Arquitexturas” va desde el período 2004-2005, cuando me pasé a la fotografía digital. Fue un paso en el que todavía hacía muchas cosas analógicas y otras ya digitales, muy suave el paso hacia las nuevas tecnologías, con las ventajas que nos brinda la tecnología actual.
¿Añora la fotografía analógica?
Era más mágica. Creo que la magia que había antes en la fotografía es ahora un poco distinta. La fotografía no deja de ser magia. La fotografía en sí misma es un milagro. Incluso la digital es… que se pueda digitalizar el punto, el color, la intensidad y son millones de números de información y lo increíble es que se aplasta un botón, el disparador de la cámara y el programa reúne toda esa información y le entrega una imagen. No deja de ser magia también.
¿También había un proceso mágico en el cuarto oscuro?
Esa impresión nunca se me fue. Tienes una hoja de papel blanca en el químico y empieza a salir una imagen… ¡Eso es mágico!.
¿Qué tiempo le tomò dominar el arte?, empezó de muy joven.
¡Todavía falta!. Creo que es un proceso de transformación, hay perspectivas nuevas. Hay visiones nuevas. Hay sensaciones nuevas. Desde la emoción, se parte de la emoción, cuando uno ve imágenes o ve cosas, eso siempre va a existir y eso siempre se transforma.
¿Cómo escoge sus temáticas?
En algunas exposiciones, como “Arquitexturas”, o “Luz, Forma y Cambio” que fue un poquito anterior, que es una exposición de fotografía solo en blanco y negro, la selección la hice yo. Pero hay otras exposiciones, como por ejemplo la última con Sara Palacios, ella tuvo un papel importante en la selección de las imágenes. Otra exposición que tuve, “La Minga”, la curadora y la dueña de la galería participó en esa selección. Es diverso. Patricio Estévez siempre aporta con su conocimiento en las exposiciones que hemos hecho juntos, desde la curaduría y el montaje, que es lo que hemos hecho para “Arquitexturas”.
¿Qué oportunidades de conocer lugares le dio la fotografía?, porque usted es un curioso, un observador.
Todo ha sido a través de la fotografía. En mi vida. Si conozco algo o he aprendido algo, es a través de la fotografía. He tenido la oportunidad de entrar a conventos, iglesias, museos, el privilegio de hacer fotografías para un artista y conocer la obra antes de que esté expuesta y con una perspectiva distinta y obviamente con más tiempo, que la gente que va a una galería. Uno aprende el privilegio de conocer a artistas o conocer a gente común en el trabajo de campo, con obreros, gente de empresa, secretarias, el portero, el gerente. Los motivos son múltiples, diversos y muy enriquecedores. Agradezco que la vida me ha dado la oportunidad de tener ese privilegio de conocer gente.
¿Cuándo se despertó su interés por exponer?
La verdad es que uno hace el trabajo y es bonito compartir. Es importante enseñar lo que uno hace y en el caso mío, también uno se pregunta si valdrá la pena mostrar esto o lo otro. Pero al final es lo que yo he vivido, sentido o quisiera compartir y lo que no suelo hacer es ponerle un título a las fotografías. Hay excepciones, en donde se me ocurre que le podríamos poner un título, pero en general no, porque prefiero que el que mira la fotografía pueda volar con su propia imaginación. Si yo pongo los títulos, encasillo la imagen desde lo que yo pienso.
¿Qué es “Arquitexturas”?, la exposición en Pumapungo.
“Arquitexturas” son una serie de fotografías que están relacionadas con la arquitectura y las texturas. De ahí, es fusión o confusión de palabras y es una muestra que enseña también las vivencias del detalle, de lo pequeño, de lo que muchas veces está allí, pero nadie ve. Pocos tienen la sensibilidad de ver eso y es lo que quiero comunicar con esta exposición.
¿Tienen nostalgia algunas de sus fotografías en “Arquitexturas”?, son no lugares.
Claro, pero habiendo conocido un Ecuador a través de las imágenes de mi padre, es añorar que hoy vivimos otro tiempo y el dolor de que a veces no se respeta lo que es nuestra cultura, nuestro patrimonio, lo que son incluso los árboles. Tenemos árboles que son patrimoniales, pero la gente no les respeta y eso pasa, no solo con los árboles de la ciudad, sino también con el campo, con la naturaleza y con lo que consideramos patrimonios de nuestro País. Allí sí siento un dolor grande.
¿Cómo es Christoph Hirtz en su casa?
Ja, ja, ja… que pregunta tan difícil… eso pregúntele a mi mujer… Ja, ja, ja… Como dicen, ¡Ah, el Christoph es chévere!, pero ella sabe decir, pero ¡vive con él!. No sé, pienso que soy un hombre tranquilo. Decidí en esta etapa de mi vida criar a mi hija. Creo que es importante. En la ocasión anterior no tuve esa oportunidad por muchos años. Entonces, el compromiso es ese por ahora.
¿Dedica todo su tiempo a esta actividad, se siente a gusto?
Sí, yo soy feliz como fotógrafo. Pero, que le puedo decir, desde que existe la fotografía digital, aparte de ser fotógrafo soy barrendero, carpintero, pintor, arreglo fachadas, retiro postes a veces, en otras cosas. Pero me gusta que la imagen quede perfecta y eso a veces toma su tiempo. El tiempo que dedico ahora a la fotografía es mayor que el que le dedicaba antes. Antes tenía un asistente y ahora estoy solo.
¿Observa, se toma su tiempo, antes de hacer una toma?
Hay momentos en los que uno tiene tiempo de observar, pero hay momentos en los que, si uno no está atento, se van. Y me pasa. Y a veces me doy cuenta, digo esto hay que tomarlo, alzo la cámara y ya pasó. Me atrasé unos segundos… eso me sucede a veces. Híjole, lo vi y no lo tomé, pero tampoco es grave.
¿Qué tan costoso es ahora ser fotógrafo?
Hay, esa parte de la economía, no me pregunte. Es difícil. Si bien antes el material tenía su costo, era caro, pero hoy en día tiene sus costos y si uno renueva su cámara, tiene su costo y el archivar tiene su costo, que bajó en los últimos años. Un disco duro de 1 tera bite ahora vale 300 dólares, antes había uno de 300 giga bites que valía 500 o 600 dólares. Pero ahora cuento con un servidor en el que todo está respaldado por duplicado, porque alguna vez sufrí la pérdida de un disco y… Todo está duplicado y algunas cosas hasta 3 o 4 veces. Almacenar archivos también tiene un costo. Guardo casi todas las imágenes y ¿para qué? a veces me pregunto. Por ejemplo, sesiones del Colegio Alemán, podría borrarlas. Pero a lo mejor alguien viene algún día y me pregunta no tendrás fotos de ese tiempo. Es un costo altísimo, un archivo grande.
¿Qué va pasar con su archivo, cuando ya no esté?. Porque es memoria, patrimonio, hay un cuidado, una protección, hay historia.
Si claro. Verán los herederos… pero la verdad es que ahora no lo pienso. De hecho, también tengo un archivo grande de fotografías de mi padre y una pequeña parte está digitalizado, lo puedo visualizar. Pero habrá que continuar ese proceso. Es una obligación mía continuarlo. (HRG)
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