Pumapungo: pasado y presente de la ciudad de Tomebamba
Por: Hernán Rodríguez.
CUENCA, Ecuador.- Escribir una tesis sobre Pumapungo no es tarea fácil, sobre todo al enfrentar el reto de la posteridad; cuando Cuenca celebra el Bicentenario de su Independencia. ¿Cómo conecta el sitio arqueológico con la historia de la gesta libertaria local?. En un principio podría parecer casi imposible cualquier conexión.
Referenciadas y consultadas fuentes primarias y otros documentos, aparecen insospechadas conexiones. Otras historias, escuchadas y leídas en el transcurso de los años, brindan más pistas para ir tejiendo relaciones, entre dos hechos lejanos en tiempo y destino: el proceso independentista, por un lado y la existencia y el desarrollo en el tiempo de la comarca aborigen por otro. Aunque, Pumapungo ha estado íntimamente ligado al proceso histórico de la ciudad. Es parte de su espíritu, de su alma.
Las fuerzas creadoras de la ciudad de Cuenca le han dotado de “un dios interior” (Dubos, 1986, p.23). Materia del cosmos y cultura humana se juntaron en un valle único para dar forma a este hogar tan particular. Es de vital importancia tomar este concepto para unir a Cuenca y Pumapungo y darle una columna vertebral a este relato.
Dubos (1986) manifiesta: “Para mí, la expresión ‘un dios interior’ simboliza el conjunto de fuerzas capaces de crear mundos privados a partir de la materia universal del Cosmos, permitiendo que la vida se exprese bajo la forma de innumerables individualidades”. (p.23)
Tomebamba, mundos dentro de un mundo.
El valle de Paucarbamba, Guapondelig, Tomebamba, Cuenca es un conjunto de mundos, dentro de un mundo. La manifestación de innumerables individualidades, dentro de una individualidad. Las toponimias cañari e inca nos entregan pistas sobre una ocupación humana muy antigua de esta depresión rica en recursos, por lo tanto, ambicionada por aborígenes y conquistadores de todas las épocas.
La ciudad imperial.
Para ir reconstruyendo, informando, la historia temprana de Tomebamba-Cuenca, un primer documento de insoslayable importancia es la conferencia de Max Uhle (1923), titulada “Las Ruinas de Tomebamba”, presentada por Remigio Crespo Toral y auspiciada por el Centro de Estudios Históricos y Geográficos del Azuay.
En su presentación de la conferencia citada, reproducida en el libro Max Uhle: aportes a la arqueología del austro ecuatoriano, afirma el Dr. Crespo sobre Tomebamba y los vestigios arqueológicos de la que él denomina “región Cañar-Tomebamba”, lo siguiente:
En nuestra región, la antigua Tomebamba de los aborígenes, la tarea del Dr. Uhle ha tenido gran amplitud; y dada la porción que queda por hacer, resulta que sus investigaciones se encuentran quizás al principio. […] En Sudamérica, después de la comarca del Cuzco, tal vez no se presentará un núcleo más extenso de vestigios prehistóricos que el de la antigua región Cañar-Tomebamba, desde Saraguro hasta Tiqui- zambe y desde Macas y Suna hasta Machala y Balao. […] En esta vasta región, donde presiden las dos montañas, adoratorios del culto del sol, el Puñay al norte y el Fasaiñán al sureste, se extiende una dilatada necrópolis. En los bosques hoy impenetrables y en los páramos desiertos, nos sorprenden los sepulcros, las ruinas y las vías de comunicación. Indudablemente en las épocas primitivas, estas comarcas han poseído población nutridísima y cultura bastante adelantada que hubo de perfeccionarse con la conquista de los emperadores del Cuzco, que al cabo habían de dar aquí el ejemplar más excelso y soberano, Huainacápac. […] En las cercanías mismas de la ciudad, habéis visto cómo el profesor de Dresde ha puesto a la vista las inmensas cimentaciones de templos y palacios, para comprobar el dato tradicional y la historia escrita de los primeros cronistas de Indias. Tomebamba, la imperial, resucita en la historia y fácil es reconstruir en la imaginación las plazas y gigantescas construcciones, trasladando las innumerables piedras diestramente labradas con que los primeros pobladores y constructores de Cuenca hicieron los templos, las casas, los cercados. (Museo y Parque Arqueológico Pumapungo, 2019, p. 47)
Es Max Uhle quien categóricamente dice, en su conferencia de 1923, que la antigua y hasta entonces perdida ciudad de Tomebamba se hallaba en una porción sur de la moderna ciudad de Cuenca. Un conjunto de investigadores y pensadores cuencanos habían mantenido un largo debate sobre la ubicación de Tomebamba. Fueron los aportes de algunos de estos científicos los que despertaron el interés de Uhle por Pumapungo y cita a Octavio Cordero Palacios, Julio María Matovelle, Jesús Arriaga. El mismo Matovelle era partidario de la ubicación de la ciudad Inca a orillas del Jubones. Toda elucubración concluyó cuando Uhle (1923) manifestó públicamente:
La presencia de los restos de una ciudad antigua de la importancia de Tomebamba en la inmediata vecindad sureste de Cuenca, ofrece por sí misma un timbre de gloria para la ciudad moderna. Se prolonga con esto su historia hacia la antigüedad y una región escogida libremente por los monarcas del imperio más culto de la antigüedad sudamericana, para la construcción de la segunda sede de su poderoso gobierno, debe poseer en sí misma valores geo y etnográficos que en todo momento deberían predestinarla para el desarrollo de una alta cultura. (Como se reproduce en Pumapungo, 2019, p.49).
Tan categórica aseveración de Uhle está firmemente cimentada en su experiencia de más de 10 años en el Perú, haciendo aportes fundamentales a la organización de la arqueología científica en ese país, como lo deja reseñado Remigio Crespo; y en su sólida formación como etnógrafo y arqueólogo. Era un conocedor profundo de la prehistoria peruana, un americanista de primera línea, por lo tanto, concluye que:
Con las excavaciones efectuadas en el año pasado y llevadas por el momento a cierto fin preliminar, en que el amparo prestado por el Director de la Academia Nacional de Historia, Sr. Jacinto Jijón y Caamaño, constituía también importantísima ayuda, se ha determinado definitivamente el emplazamiento de la antigua ciudad, litigado en siglos. Vemos reaparecer el plano original en forma de inesperada grandeza, y mientras se aumenta por un lado, con los descubrimientos, la fama desde antes firmemente establecida del imperio de los Incas, por otro lado se pone en relieve con aquellos la importancia de la prehistoria ecuatoriana, a la que llamó primero la atención general del Ilmo. Sr. González Suárez en Cuenca. (Como se reproduce en Pumapungo, 2019, p.49).
Sus palabras ponían fin a un litigio de siglos. Dos nombres destacan en este último párrafo, el de Jacinto Jijón y Caamaño, mecenas ecuatoriano que financió la investigación de Uhle en la quinta de Pumapungo y Federico González Súarez, investigador de la prehistoria ecuatoriana. Es insistente Uhle (1923) en su discurso sobre esta afirmación de capital importancia:
Había por eso un solo Tomebamba y éste se hallaba al Sureste de Cuenca. El hecho que se ha descubierto no sólo aisladamente el basamento de un palacio y otro de un templo prominente, sino también la extensión de la plaza que, como en una ciudad, separaba un edificio del otro, prueba suficientemente que los edificios descubiertos con otros, que esperan aún salir a la luz, representaban la ciudad entera. (Como se reproduce en Pumapungo, 2019, p.49).
Cantera pública
El destino histórico de Pumapungo-Tomebamba es por demás trágico. Resumiendo, al cronista clásico del sitio, citado por estudiosos del tema, Tomebamba era un aposento con ricos y primorosos edificios, uno de los más soberbios que hubo en el Perú, entre ellos el Palacio de Mullucancha levantado por orden de Huayna Cápac, el templo al sol, a Viracocha, al rayo, a semejanza de Cuzco. Otros barrios de Tomebamba eran Huanacuare, Huatana, Cashapata, Monay, Cullca y la laguna sagrada de Viracochabamba (hoy Totoracoha).
En esta espléndida ciudad nació Titu Cusi Hualpa, hijo de Tupac Yupanqui y de la colla Mama Ocllo, que al asumir como onceavo emperador del Tahuantinsuyu pasó a llamarse Huayna Cápac o Rey Joven. En 1527 llegan los españoles a tierras incas, momento en el cual Huayna Cápac comete el que después sería su peor error, dividir el imperio de los 4 suyos entre sus hijos Huascar y Atahuallpa. Si la lección está bien aprendida, los dos hermanos desataron una guerra civil que produjo la destrucción total de Tomebamba y la ejecución de todos sus habitantes. Atahualpa vencedor no tuvo compasión ni de los niños. Según el mito, al último Sapa Inca se le atribuye la frase “sembremos corazones de traidores para ver que fruto dan”.
Tomebamba cayó en el olvido. Los españoles llegaron al valle para encontrar solamente ruinas todavía humeantes. Sobre la ciudad destruida se fundó Cuenca en 1557. Las piedras de la soberbia urbe inca sirvieron como cimientos para los templos del nuevo dios y las casas de los conquistadores. Una orden posterior del Cabildo cuencano destinó Pumapungo-Tomebamba para cantera pública... durante siglos.
Reivindicación aborigen en el primer escudo independentista.
Pasadas las centurias, un viernes 3 de noviembre de 1820, se produce la Independencia de Cuenca, proclamada en San Sebastián, luego del primer y fallido intento de los patriotas el miércoles 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, cuando quisieron establecer un Cabildo Ampliado para declarar la emancipación. Octavio Cordero Palacios (1986) en su Crónica Documentada de la Independencia de Cuenca deja señalados los nombres de José María Vázquez de Noboa, Teniente Tomás Ordóñez, Ambrosio Prieto, el escribano público Zenón de San Martín, Vicente Toledo, como los más activos el día de los sucesos. El día 4, los patriotas reciben los refuerzos de las poblaciones vecinas y se consolida la libertad. (p. 248). Hechos conocidos y repetidos hasta la saciedad en las aulas escolares.
El dato curioso estriba en que el primer escudo republicano de Cuenca tiene por símbolo a un indígena que apunta con su dedo índice de la mano izquierda hacia una solitaria estrella, posiblemente la Estrella Polar, señalando el norte o un rumbo. Con su mano derecha sostiene una lanza, cuya punta está afirmada en el suelo. El aborigen semidesnudo se sitúa sobre una especie de césped. Cintura y genitales cubiertos por una especie de falda hecha con plantas nativas. Toda esta imagen encerrada en un doble óvalo decorado con líneas paralelas cortas y con una leyenda exterior que dice: “Escudo de armas de la República de Cuenca dado por los patriotas de 1820”. Es el primer intento por reivindicar a los primeros habitantes de las tierras que recién se habían liberado del dominio español. Sabia y noble decisión. A renglón seguido vendría el desastre de Verdeloma y la efímera República de Cuenca volvería a caer en manos de los españoles.
Este primer elemento, este primer contacto de los patriotas con sus raíces aborígenes representadas en el escudo es lo que interesa. El gesto que conecta a la Independencia con las poblaciones ancestrales del valle de Tomebamba y de soslayo con Pumapungo.
Un segundo gesto es aún más importante, desde la historia de la Independencia. Según el edecán de Bolívar, Daniel Florencio O´Leary, el Libertador en su tránsito desde Guayaquil a Cuenca en septiembre de 1822, visitó los tambos de Cucho, Hierbabuena y “los restos de un palacio incásico situado en los Paredones de Molleturo”. Utilizó para este recorrido acompañado de su séquito el “viejo camino del inka”, lo que es calificado por Diego Arteaga Matute como “un hecho de suma importancia para la historia regional”. (Como se cita en El Qhapaq Ñan, 2018, p.86).
“Los vestigios arqueológicos de Molleturo son estimados los más importantes que visitará el Libertador en territorio americano (Castro, 2001)”. (Como se citò en El Qhapaq Ñan, 2018, p.87).
Esta última afirmación podría ser contradictoria, puesto que Bolívar en su visita al Cuzco, recorrió lugares como Sacsayhuamán, el Valle Sagrado, Yucay, Urubamba, Ollantaytambo, en 1825.
Otro mito relevante con respecto al Libertador es que durante su estancia en Cuenca entre el 8 de septiembre y el 4 de octubre de 1822, se habría alojado en el sector de Chaguarchimbana. La Quinta Bolívar hoy administrada por la Municipalidad de Cuenca se supone aquel lugar de habitación del héroe. ¿Pudo Bolívar tener conocimiento sobre las ruinas de Pumapungo o noticias de Tomebamba?. No se sabe. Famosa en su tiempo y después en sus biografías, es su afición por la compañía femenina. En una carta del 14 de septiembre de 1822 dirigida a las hermanas Garaycoa, desde Cuenca a Guayaquil, Bolívar deja anotadas las siguientes impresiones sobre el ambiente social de la ciudad:
La Iglesia se ha apoderado de mí, vivo en oratorio, las monjas me mandan la comida, los canónigos me dan de refrescar, él Te Deum es mi canto y la oración mental mi sueño, meditando en las bellezas de las dotadas de Guayaquil y la modestia de las serranas que no quieren ver a nadie por miedo al pecado. En fin, mi vida es toda espiritual y cuando ustedes me vuelvan a ver ya estaré angelicado.
La
fiebre del oro
Producida la separación de la Gran Colombia, en el Departamento del Azuay y posteriormente provincia del Azuay, hacia mediados del Siglo XIX se produce una “fiebre del oro”, con un inusitado interés por las huacas indígenas y sus tesoros. Los expoliadores se hacen llamar “huaqueros”. Burgos (2009) explica: “La provincia del Azuay era objeto de la mayor atención, para no decir saqueo y búsqueda de sus tesoros arqueológicos a través de la excavación clandestina, antojadiza, del oro yaciente en sus sepulcros prehispánicos, llamados huacas”. (p.32).
Max Uhle (1922) da noticia sobre el inicio del saqueo de Cerro Narrío, en el Cañar:
Todo Cañar en suma agitación por los hallazgos hechos más o menos desde los principios de la semana pasada. La gente huaquera ha invadido el Cerro Narrío de día en día en número más grande. Se consideran legítimos dueños de la situación; y ninguna fuerza provincial disponible, considerando además el carácter natural porfiado del Cañar, podría desalojarla. (Como cita Reinoso en Los Cañaris, 2017, p.242).
En la búsqueda del oro, lo destruyeron todo. Muy poco del preciado metal se pudo extraer del Cerro y todos los vestigios fueron reducidos a pedazos. En la provincia del Azuay, una pista sobre el destino final de algunos de estos documentos la da el doctor Benigno Malo Vega (2015) en el libro El tesoro precolombino del Sígsig.
Esta fiebre
no se ha detenido hasta el presente. La memoria de aquellos días gloriosos en
los que bastaba con hundir una pala en la tierra para dar con una huaca, que
solucione la pobreza familiar, o los cuentos de algún abuelo o abuela que
tenían poderes sobrenaturales para percibir donde se hallaba un entierro
indígena, siguen afiebrando las mentes de algunos contemporáneos, que, en cada
pedazo de cerámica, en cada muro de piedra, en cada urqu, creen haber hallado
el tesoro de Atahualpa. Y no hay patrimonio que se respete. Ortiz (2018) opina
que la voluntad de la gente de disponer de sus bienes o herencias, sean estos
pocos o muchos, se enfrenta a la necesidad de crear conciencia sobre la conservación
del patrimonio.
Pero de manera cronológicamente paralela, surgieron a finales del Siglo XIX y comienzos del XX una pléyade de investigadores interesados en una nueva curiosidad, coleccionar antigüedades. El documento fundador de esta disciplina local lo escribe Julio María Matovelle en 1876 y lo titula “Las ruinas de Tomebamba”. La naciente arqueología se llamaba entonces “anticuaria”. (Burgos, 2009, p.28)
Varios nombres anteceden a Max Uhle en su interés por Pumapungo y la prehistoria en el Azuay:
Julio María Matovelle, Moisés Arriaga, Miguel Tobías Durán, Teodoro Wolf, Octavio Cordero Palacios, Luis Cordero, Federico González Suárez, entre otros. Todos ellos inauguran, según Burgos, una etapa científica, en el estudio de las cosas del pasado. Juega un papel importante también el Centro de Estudios Históricos y Geográficos del Azuay.
Hay que anotar que Octavio Codero Palacios, con motivo de la celebración del Centenario de la Independencia de Cuenca en 1920, recupera para la posteridad una colección de documentos sobre los hechos del 3 y 4 de noviembre de 1820, que él con sobrada modestia tituló como Crónica Documentada de la Independencia de Cuenca, sin atreverse a llamarla Historia. Deja para otros el honor de escribirla.
Llega Max Uhle y parado sobre hombros de gigantes escribe y diserta su famoso informe “Las ruinas de Tomebamba” de 1923, quizá parafraseando o copiando a Julio María Matovelle, quien es el que despierta su interés en la Quinta de Pumapungo, como el mismo arqueólogo alemán deja anotado:
El Sr. Dr. Julio Matovelle, en un paseo a la quinta Pumapungu, llamó mi atención sobre numerosos fragmentos de alfarería incaica dispersos en la falda que allá cae hacia el río, y así debo a este primer investigador de los problemas conectados con el antiguo Toma- bamba, también el primer estímulo para hacer en aquella localidad excavaciones que, de principios originalmente pequeños, se desarrollaban más y más, hasta dar los resultados que me cabe el honor de describir en seguida. (Como se reproduce en Pumapungo, 2019, p.50)
Silencio pavoroso: una avenida y un colegio agreden a Pumapungo.
Desde la conferencia de Max Uhle en la década de los 20 hasta la década de los 70 se produce un silencio pavoroso con respecto a Pumapungo-Tomebamba. En este tiempo, entre otras agresiones, se permite que la ciudad se siga extendiendo sobre los vestigios. Viracochabamba desparece y se convierte en Totoracocha, un complejo habitacional. A cierto alcalde se le ocurre ensanchar la calle junto Pumapungo derribando parte de los muros de la zona de las callancas y desapareciendo un tramo largo del Qhapaq Ñan, que aparece en los planos de Max Uhle como Avenida Huayna Cápac y que durante el Siglo XIX el Municipio denominó Avenida de los Ingas,
El Templo de Viracocha desapareció para siempre. Y un colegio secundario fue levantado sobre el patio, los cuarteles y el palacio interior. A pesar de todas estas reconfiguraciones de su espacio, Pumapungo seguía manteniendo su espíritu, su dios interior.
Redescubriendo Tomebamba.
La semilla de Pumapungo como museo se siembra en junio de 1978 con la creación por parte del Banco Central del Ecuador del Centro de Investigación y Cultura de Cuenca, que adquirió “Las bibliotecas de Víctor Manuel Albornoz y Alfonso Andrade Chiriboga y recibió la colección de piezas arqueológicas de las culturas Tuncahuan y Cuasmal, donadas por el señor Guillermo Vázquez Astudillo, como base para la fundación de un museo en Cuenca”. (Muñoz, 1988, p.186)
Muñoz (1988) narra que este patrimonio se incrementa en julio de 1980 con la adquisición de 7.714 objetos de la Colección Crespi. El Banco Central y su CIC de Cuenca organizan todas estas colecciones, arriendan un edificio e inauguran el Museo y la Biblioteca el 4 de oviembre de 1980. (p.195)
Es el recuerdo de las edades del espíritu, pues la devoción a María, Madre de Dios, ha sido para Cuenca como la transparencia constante de sus ríos, clara, interminable, cantarina y risueña; ha nutrido su quehacer diario, henchido de su savia poética, escribía ese día de 1980 desde Roma, Hernán Crespo Toral, Director de los Museos del Banco Central del Ecuador.
El funcionario señaló su amargura por no poder “saborear el acontecimiento” (la inauguración del Museo y la Biblioteca) y destacó que “un viejo anhelo culmina hoy con esta exposición que es, al mismo tiempo, término y comienzo: término de una larga gestión para crear en Cuenca el Museo del Banco Central del Ecuador y comienzo de una presencia recia, activa y vital como núcleo promotor de cultura nutrido por una vocación humanista”.
El hecho reseñado por Hernán Crespo lo confirma la Memoria Anual del Banco Central de 1980 que en su página 230 indica que el 4 de noviembre se inauguró la muestra “Arte Religioso” y certifica que el Museo de Cuenca “inició sus labores a partir del mes de noviembre de 1980”.
Otras actividades que se cumplieron previas a este inicio de actividades fueron la conferencia “Planificación de museos” dictada el 9 de julio de 1980 por el doctor Bernard M. Fielden, asesor del Banco Central para la construcción de sus museos, un informe y exposición que detallaban las excavaciones e investigaciones auspiciadas por el Banco sobre el paleolítico de Cubilán, Loja, el 4 de septiembre y la publicación del primer folleto divulgativo sobre el acervo del Museo de Cuenca y sus programas de difusión cultural.
El proyecto a futuro de Hernán Crespo, como Director de los Museos del Banco Central, era sumar al acervo del Museo en Cuenca, las colecciones de Luis Cordero Dávila, Max Konanz y Fernando Farfán “adquiridas por el Banco Central hace algún tiempo y custodiadas con amor y celo”.
Un año después de la creación del Museo, se puso en marcha en agosto de 1981 el Proyecto Pumapungo de investigación arqueológica sobre una parte del predio de 7 hectáreas adquirido a la comunidad de padres jesuitas en 1980. Idrovo (2000) informa que:
El Banco Central del Ecuador adquirió los terrenos de Pumapungo con el fin de construir en ellos los modernos edificios de la sucursal cuencana. Conociendo el valor histórico y arqueológico de estos terrenos, antes propiedad de la comunidad jesuita y donde funcionaba el colegio Borja, los personeros bancarios y en especial el Arq. Hernán Crespo Toral, entonces director de los Museos del Banco Central, optaron como objetivo pararalelo rescatar parte de los vestigios existentes de la antigua Tomebamba, en el sitio de Pumapungo. (p.17)
El arqueólogo añade que ocho años de excavaciones, prospecciones y trabajos de laboratorio dieron como resultado el descubrimiento del 75% de los vestigios arqueológicos de Pumapungo de los que se tenía registro según el plano de Max Uhle de 1923, se descubrieron nuevas estructuras y restos no conocidos, se recuperaron 2 millones de fragmentos de cerámica y se rescataron 1.000 piezas. (p.18).
Tomando todas las precauciones para no afectar los descubrimientos, el Banco Central construyó sus edificios en Pumapungo y desde 1993 pasó a funcionar en el lugar la nueva sede del Museo, con su sala etnográfica, la sala Tomebamba, la sala de arte religioso y el Museo de Sitio de Pumapungo.
En una reseña del año 2008, con motivo de los 80 años del Banco Central, Ricardo Muñoz Ch. (2008) deja escrito:
Estuvo a punto de quedar insubsistente el Proyecto Pumapungo, puesto que se quería adaptar el viejo edificio de la Escuela de los Hermanos Cristianos, situado en las calles Gran Colombia y Borrero. Respetamos todos los criterios discrepantes que puedan darse sobre el actual edificio… El color gris, que dicen es sombrío guarda armonía con los precedentes prehistóricos. En verdad, debió conjuntamente con la construcción del mismo, demolerse la grotesca sección del ala oriental de lo que fue el Colegio Borja. (p.33)
Durante los años 2001 al 2003, también bajo la planificación del Banco Central, se añade al Museo de Sitio el Parque Pumapungo y los Jardines del Inka, mediante el Proyecto Integral Parque Pumapungo. El complejo cultural adquiere su composición actual.
Idrovo (2002) se refiere a que el objetivo de un proyecto de gran envergadura como el citado fue la construcción de un museo vivo, para explicar una parte de la historia de Cuenca, recreando los jardines inkas, para en ellos mostrar la flora y la fauna andinas, tecnologías agrícolas, manejo de suelos y agua en el pasado. Tres aspectos diversos se unían en un sitio: lo arqueológico, lo etnobotánico y la vida silvestre. (p.29).
Un nuevo mundo para Pumapungo-Tomebamba.
En el año 2007, con la creación del Ministerio de Cultura, se traspasaron los bienes culturales del Banco Central al Ministerio.
En el presente, la EOD Museo y Parque Arqueológico Pumapungo del Ministerio de Cultura y Patrimonio administra, conserva y protege, este excepcional documento histórico, prueba fehaciente de que Tomebamba no es un mito.
El 4 de noviembre de 2020, un día después de los festejos por el Bicentenario de Cuenca, el Museo Pumapungo celebra 40 años de servicio a la comunidad. Durante 2019, recibió a 164.074 personas, pasando a ser uno de los museos más visitado de Red Nacional del MCYP.
Pumapungo difunde la memoria social y la herencia cultural colectiva a través de la salvaguarda de sus colecciones y la administración y cuidado del Parque Arqueológico y Etnobotánico.
Cuenta con colecciones organizadas en los fondos de:
- Arte: 2.632 bienes.
- Arqueología: 10.060 bienes.
- Etnografía: 10.794 bienes.
- Documental: bibliográfico 55.101 libros, hemeroteca 300 colecciones de periódicos, archivo histórico fotográfico 19.607 fotografías y archivo histórico 5.775 bienes.
- Audiovisual: 5.667 bienes.
En el Museo se custodia la Reserva y Sala Nacional de Etnografía, donde se puede apreciar la inmensa riqueza intercultural que posee el Ecuador.
La sala arqueológica “Pumapunku: mundos de la memoria”, exhibe los hallazgos del sitio de Pumapungo, poniendo en evidencia el desarrollo histórico del Azuay y del Ecuador, a través de las culturas cañarí, inca y el período colonial. Además, se puede conocer el importante legado histórico que dejaron los incas a su paso por este centro administrativo, militar y religioso.
Cuenta con 3 salas expositivas temporales donde se realiza todo tipo de exposiciones dinámicas, variadas e incluyentes, de investigaciones relacionadas con los fondos del museo y de artistas locales, nacionales e internacionales en todas sus formas de expresión, ludoteca, Departamento Educativo y Tambo de Lectura.
Posee una sala de conservación y restauración, reservas de arqueología, de arte moderno y contemporáneo. La Biblioteca Víctor Manuel Albornoz, la Hemeroteca Alfonso Andrade Chiriboga y el Archivo Histórico-Fotográfico son de acceso libre y gratuito para investigadores, estudiantes y ciudadanía en general. Estos fondos poseen una colección de documentos sobre la historia de Cuenca de carácter excepcional.
El Parque Pumapungo cuenta con tres elementos:
· El Museo de Sitio arqueológico donde se aprecian los vestigios del sitio incásico de Pumapungo.
· El Parque Etnobotánico con 300 especies vegetales nativas de Los Andes que aproximan a los visitantes a la consmovisión de las culturas prehispánicas y su relación con el entorno natural, santuario urbano de 30 especies de aves.
· El Centro de Rescate de Avifauna, con 120 especies de aves y animales, muchas de ellas recuperadas del tráfico ilícito y el cautiverio.
El Teatro Pumapungo es uno de los espacios para artes escénicas, musicales y encuentros académicos, más importantes de la ciudad de Cuenca. Aforo para 700 personas, accesos y puestos para personas con discapacidad, amplios camerinos, tramoya y sistema de audio y luces.
Es también responsabilidad de la EOD Pumapungo, la administración y coordinación de los museos regionales de Loja y Riobamba.
Ciudad Imperial, escenario de una guerra civil, cantera pública, reinvindicación de los patriotas, ruina arqueológica, colegio secundario, museo vivo y patrimonio de la Humanidad. La vida se expresó y se manifiesta en forma de innumerables individualidades en Pumapungo. Su dios interior está presente, imprimiendo a Cuenca su impronta muy especial.
Tabla 1.
Publicaciones en torno a Pumapungo y otros documentos |
|||
Nro. |
Título |
Autor |
Año y lugar |
1 |
Las ruinas de Tomebamba |
Max Uhle |
1923, Quito |
2 |
Informe adquisición bibliotecas Víctor M Albornoz y Jacinto Jijón y C y la hemeroteca de Alfonso Andrade Ch |
Juan Cordero BCE |
2 de enero de 1979, Quito |
3 |
Memoria Anual (Pág. 23) |
BCE |
1980, Quito |
4 |
Centro de Investigación y Cultura (Tríptico) |
BCE División Técnica, Gerencia de Estudios y Proyectos Especiales, Mutualista Azuay, Bolívar y H Miguel (2do piso). |
1980, Cuenca |
5 |
Informe sobre la restauración y conservación de los vestigios arqueológicos de Pumapungo |
Ernesto Salazar y Jaime Idrovo BCE |
1984, Quito |
6 |
El Banco Central en Cuenca: 60 años (Capítulo VII, El Banco Central y la cultura, págs. 181-203). |
Mónica Muñoz |
1988, Cuenca |
7 |
Pumapungo: pasado y presente de la antigua Tomebamba (Tríptico) |
Jaime Idrovo |
1989, Cuenca |
8 |
Centro de Investigaciones Culturales del Banco Central del Ecuador en Pumapungo, Juego de planos (4) |
Enrique Malo Abad y César Piedra Landívar, arquitectos. Estudio Malo-Abad. |
|
9 |
Documentación (Folleto)
|
BCE |
1985/1988/1989 Cuenca |
10 |
Educación en torno a Pumapungo |
José Maldonado BCE |
1994, Cuenca |
11 |
Ciudad de Tomebamba. Museo de Sitio |
Juan Cordero BCE |
1995, Cuenca |
12 |
Museo Etnográfico |
Juan Cordero BCE |
1995, Cuenca |
13 |
Sector de los hornos (Juego de planos, 5)
|
Fausto Cardoso, arquitecto |
1995, Cuenca |
14 |
Tomebamba. Arqueología e Historia de una Ciudad Imperial |
Jaime Idrovo BCE |
2000, Cuenca |
15 |
Tomebamba, Paucarbamba, Guapondelig: nuevas interpretaciones |
Diego Arteaga BCE |
2001, Cuenca |
16 |
Jardines del Inka (Juego de planos 9)
|
Juan Izquierdo |
2002, Cuenca |
17 |
Parque Pumapungo: proyecto integral |
Jaime Idrovo BCE |
2002, Cuenca |
18 |
Parque Arqueológico Pumapungo |
BCE |
2003, Cuenca |
19 |
Ocho décadas Banco Central del Ecuador |
Ricardo Muñoz BCE |
2008, Cuenca |
20 |
Santuarios de Tomebamba. Modelo de geografía sagrada en tiempo de los incas |
Hugo Burgos |
2009, Cuenca |
21 |
Huayna Cápac |
Aurelio Maldonado BCE |
2009, Cuenca |
22 |
Museo Pumapungo. Guía de información |
Ministerio de Cultura |
2011, Cuenca |
23 |
El parque mágico de Pumapungo |
Ministerio de Cultura |
2012, Cuenca |
24 |
Aves: un patrimonio ecológico presente en Pumapungo |
Ministerio de Cultura |
2013, Cuenca |
25 |
Geografía Sagrada: arqueoastronomía de Pumapungo-Guapondélig. BMCC209521 |
Hernán Loyola |
2016, Cuenca |
26 |
Guapondelig, Tumipampa, Cuenca. Huellas culturales y transformación territorial. BBCC209437 |
Alfredo Lozano Castro |
2016, Cuenca |
27 |
Max Uhle: aportes a la arqueología del austro ecuatoriano |
Pumapungo-UDA |
2019, Cuenca |
28 |
Parque Pumapungo (Juego de planos, 6) |
Miguel Contreras |
Sin año, Cuenca |
Bibliografía
Carrasco, M. M. (1988). El Banco Central del Ecuador en Cuenca. Cuenca: Banco Central del Ecuador.
Chávez, R. M. (s.f.). Ocho Décadas, Banco Central del Ecuador. Cuenca: Ediciones del Banco Central del Ecuador.
Dubos, R. (1986). Un Dios Interior. Bacelona: Salvat Editores S.A.
García, D. S. (2018). El Qhapaq Ñan. Cuenca: Equipo Editorial de la Universidad del Azuay.
Guevara, H. B. (2009). Santuarios de Tomebamba: Modelo de geografía sagrada en tiempo de los incas. Cuenca : Trama Ediciones.
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